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Intervención

10/10/2007


Intervención de Xabier Albistur en el Debate sobre el Cupo en el Senado


Señor presidente, señorías, esta es la segunda vez que este senador sube a esta tribuna para tomar posición a favor de la aprobación definitiva ahora -antes fue simplemente como eran todas las anteriores, es decir, quinquenales- de la ley que afecta al concierto económico y al señalamiento del cupo. Creo que no es anécdota. Hoy vamos a tener por última vez en sede parlamentaria la aprobación de ambas leyes. En el futuro los automatismos jurídicos y legales aprobados en esta ley van a permitir que las relaciones entre el Gobierno vasco y el Gobierno central puedan establecer los acuerdos definitivos para el desarrollo de ambas leyes.

        
El concierto es uno de los hitos más importantes de la restauración democrática, y mi presencia en esta tribuna también lo es para reclamar el diálogo y el acuerdo cuando ambos, diálogo y acuerdo, han estado bloqueados por razones de oportunismo político o por desacuerdos en materia de financiación, afectados por competencias del Estado o de comunidades autónomas o decisiones unilaterales del Gobierno. Hoy, a Dios gracias, estos temas también han quedado solucionados con el acuerdo y el diálogo.        
 
Las dos leyes que aprobamos son un reflejo de la realidad compleja del Estado, de la distribución del poder -complejo también-, de la necesaria bilateralidad de las relaciones, de la soberanía del conjunto ejercida por la confluencia de la soberanía de las partes. Es la aplicación exacta y estricta de no imponer y no impedir, ya que cada parte conoce y reconoce los límites de su responsabilidad y acuerda cómo resolver las discrepancias nombrando incluso un árbitro. Todo ello materializado tras el acuerdo en unas leyes que hoy vamos a aprobar.         

Todo este conjunto que hoy aprobamos es el resultado de una derrota de nuestro pueblo, pero es también una continuidad de la expresión de la singular relación con quien ha configurado el poder del conjunto. Hoy llamaríamos a esto el Estado, pero en cualquiera de sus figuras históricas, ya fuese el rey o fuese la república.   
     
El concierto ha sufrido ataques y defensas permanentes, que seguirán. El acuerdo no ha sido gratis. Ha habido largos debates entre administraciones, debates duros, amenazantes, pasionales, largas confrontaciones políticas, escritos, ensayos, argumentos e incluso guerras y muertos. Para los vascos, para todos los vascos, representa la expresión de la confederación, palabra que quizás no guste a todos, pero cuya aplicación interna es cierta. Para todos, incluidos los navarros, representa la corresponsabilidad.    
     
El resultado depende de que la eficacia en la gestión pública y en la administración de la política entre las instituciones internas a la hora del reparto y uso de los recursos y el gasto público, en todo caso la prueba de la eficacia y la eficiencia, cae de parte de las instituciones básicas, y ésa es la grandeza de la autonomía y también su riesgo. Los resultados de la restauración del concierto y su desarrollo están a la vista. Llegó el concierto en plena crisis de la década 1980-1990 con desempleo, con un crecimiento negativo del producto interior bruto, con un déficit grave de infraestructuras, con una pérdida de posiciones relevantes respecto a lo que significaba el producto interior bruto per cápita en relación al conjunto del Estado, con una dura reconversión industrial, con una inversión inicial que se empezaba en investigación y desarrollo, con la creación de una universidad propia, con una ley de territorios históricos que reorganizaba las instituciones internamente, con la distribución territorial de las competencias de la propia comunidad autónoma, con normas forales de financiación municipal, con una serie de hitos que contribuyeron a la organización interna de la comunidad autónoma. Esto se ha hecho sin costos para terceros y dentro de una estricta solidaridad mediante la contribución a las aportaciones a Europa al fondo de compensación interterritorial a la deuda del Estado, además de soportar los ciudadanos vascos la presión fiscal y el control más elevados del Estado. Hoy, además, el concierto está en Europa, con dificultades, pero está en Europa. Es un asunto de estudio y comprensión y después será de integración. Dada la reducida capacidad de análisis político fino de la Comisión, serán los altos tribunales de la Unión Europea los que le sitúen como una institución de la Unión.        

En mi defensa o apoyo he evitado expresamente entrar en términos más técnicos. Solamente me referiré a los dos artículos de las leyes que hoy aprobamos, artículos número 4 del concierto que aquí se reiteran sin acompañamiento de las típicas coletillas que suelen tener las leyes que relacionan al Gobierno del Estado con las comunidades autónomas. Quiero destacarles simplemente la claridad de la relación. Artículo 4.1, principio de colaboración. Las instituciones competentes de los territorios históricos comunicarán a la Administración del Estado, con la debida antelación a su entrada en vigor, los proyectos de disposiciones normativas en materia tributaria. De igual modo, la Administración del Estado practicará idéntica comunicación a dichas instituciones. Aquí no hay el típico: de acuerdo con sus competencias o en la manera de lo posible que suele acompañar en casi todas  las leyes las relaciones entre las comunidades autónomas y el Estado o cuando se abordan competencias del Estado. 
        
Y lo mismo ocurre en la ley de señalamiento del cupo. Artículo 4: Se consideran cargas del Estado no asumidas por la comunidad autónoma las que correspondan a competencias cuyo ejercicio no haya sido asumido efectivamente por aquéllas. Con absoluta claridad. Y en el apartado 3 las define: Las cantidades asignadas en los Presupuestos Generales del Estado a los fondos de compensación territorial, las transferencias o subvenciones que haga el Estado a favor de entes públicos en la medida que las competencias desempeñadas por los mismos no estén asumidas por la Comunidad Autónoma del País Vasco, los intereses y cuotas de amortización de las deudas del Estado. Hay un modelo de claridad, de transparencia, y hay un modelo de relación donde cada parte, cada límite está marcado y sabe el papel que le corresponde. Es claro el modelo. Es un modelo, además, como he dicho antes, que busca y propone los medios para los desacuerdos y para los desencuentros.    
    
No corren tiempos para la lírica. Esta aprobación ya pertenece a la lírica, al recuerdo de los buenos tiempos donde había la posibilidad de soñar con acuerdos, con desacuerdos, y con debates. Hoy día todo está acordado. No es malo. Pero la lírica debería llevarnos a que el modelo tuviera también expresión en otras posibilidades de acuerdo, porque no sé -permítame que aproveche esta oportunidad para decirlo- si seremos capaces de alcanzar acuerdos en otros aspectos también decisivos en materia política...

Es la última vez que este senador hará una defensa pública en esta tribuna de apoyo a la aprobación de la ley del Concierto de señalamiento del cupo.

Hoy, aprobamos el Concierto y señalamos el cupo con un consenso amplio. Es la expresión real de una forma de relación económica, social y política, que se da entre instituciones de Gobierno en el Estado. Repito, incluye pacto y bilateralidad, además de fórmulas para solucionar el conflicto entre las partes. El modelo funciona, y es extensible a otras relaciones, o quizá, su fundamento.
Señorías, permítanme que en un tono y flema británica, al término de esta expresión de apoyo y acuerdo, pida larga vida para el Concierto, y que nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos lo puedan ver vivo, floreciente y satisfactorio para las relaciones de nuestros dos pueblos.         

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Xabier Albistur

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